¿Cuántos son? ¿Por qué llevan tanto tiempo en la Uagrm? Son las interrogantes que saltan ante esta problemática. Según datos a los que accedió EL DEBER, de los 100.000 estudiantes inscritos en la gestión 2016, hay 5.052 que llevan más de una década en la universidad estatal, es decir, un 5%. Entre estos aparecen solo aquellos a quienes les falta aprobar alguna materia, no así quienes ya son egresados pero tienen pendiente su titulación.
Considerando que la mayoría de las carreras, excepto Medicina, duran cinco años, tener el doble de tiempo para profesionalizarse parece más que prudente, si se toma en cuenta que algunos estudiantes trabajan y/o son padres de familia, por lo que “avanzan al ritmo que pueden”, señala el vicerrector Osvaldo Ulloa. Además debe considerarse que dentro de ese grupo puede haber estudiantes que estén cursando una segunda carrera.
Los casos son diferentes
El secretario ejecutivo de la Federación Universitaria Local (FUL), Alan Tórrez, y el secretario general, Cristian Moppi, reconocen que hay ‘dinosaurios’ en la universidad, y que hace unos cinco años, cuando se quiso instaurar una norma de permanencia máxima de 10 años, se afectaba a unos 3.000 estudiantes, de los cuales alrededor de 1.000 se movilizaron contra la medida. “Conocí por lo menos unos 100 casos de jóvenes que estudiaban, trabajaban y ya eran padres de familia, por eso no podían culminar la carrera; había otros a los que les faltaba un año o algunas materias, pero que ya tenían un buen trabajo y no les daba tiempo para terminar la carrera”, recuerda Moppi.
El estudiante Ismael Medrano opina que por un principio constitucional, no se puede coartar el derecho al estudio a nadie y que cada caso debería analizarse de forma particular.
Resolución no se aplica
Ulloa recuerda que la resolución 05/2006 del Ilustre Consejo Universitario (ICU) dispone que el tiempo máximo de permanencia en la universidad estatal es de 10 años, pero que aún debe ser reglamentada. “Si hubiese sido implementada entonces, miles de estudiantes hubiesen quedado fuera de la universidad”, afirmó.
Lo que sí quedó vigente, es que no se puede repetir una materia reprobada por más de tres veces en el semestre o año regular y otras tres chances en cursos de verano.
El vicerrector dice que el límite de 10 años debe ser reglamentado y tratado en el próximo Congreso Universitario como parte de las medidas de mejoramiento académico que se le reclama a la Uagrm.
También observa que los estudiantes que se prolongan demasiado en la ‘U’, significan un gasto al Estado. Según un cálculo que hizo hace un par de años, tomando en cuenta el tiempo de permanencia del estudiante, la inversión en infraestructura y equipamiento, la variable del costo de la carrera, además del índice de deserción, el Estado invierte poco más de $us 10.000 en cada estudiante de la Uagrm.
“Por cada 5.000 titulados que tenemos al año, en promedio ingresan unos 15.000 nuevos estudiantes”, afirma Ulloa.
Una forma de vida
El presidente de la Corte Electoral Permanente de la Uagrm, Róger Guzmán, señala, por otra parte, que algunas personas han hecho de la dirigencia estudiantil una forma de vida, considerando que tienen beneficios como el seguro de salud gratuito, o la posibilidad de acceder al comedor universitario, además del manejo de recursos económicos al que pueden acceder en ciertos cargos.
Este año la CEP identificó a estudiantes que están en la dirigencia más de ocho años, que es el límite que estipula el Estatuto Orgánico de la Uagrm en su artículo 22 y los inhabilitó para las elecciones del 29 de este mes. Guzmán identificó a una docena de ‘dinosaurios’ con nombre, apellido y tiempo que llevaban como dirigentes.
Considerando a todos los estudiantes que llevan más de ocho años en la universidad, los que no pueden postularse son 9.929.
Segunda carrera
Para cursar una segunda carrera en la Uagrm, los estudiantes deben haber vencido dos años o cuatro semestres de la primera carrera y tener un promedio de por lo menos 60 puntos. Por ejemplo, A.F.G., estuvo en la universidad durante 13 años no consecutivos, primero en la carrera de Comunicación Social (siete años) y luego en Derecho (seis), pero no se considera ‘dinosaurio’, pese a haber ingresado en 1997 y concluido su segunda carrera en 2014
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